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sábado, 20 de octubre de 2012

Artículo II

Apocalípsis Shore


Ya lo anunciaron los mayas hace miles de años. El fin del mundo llegaría en 2012 con la llegada de los jinetes del apocalipsis. Lo que nadie sabía es que esos jinetes no irían a lomos de caballos alados ni tapados con túnicas negras, sino encima de tacones de plataformas imposibles y músculos que ni el mismísimo Swarzeneger.
Hace unos días irrumpía en nuestros televisores el primer capítulo del reality “Gandia Shore”. Una copia española de “Jersey Shore” y “Geordie Shore”, realities estadounidense e inglés que han batido récords de audiencia en sus respectivos países.
Se creía que ya se había visto todo después de formatos como “Hotel Glam”, “Gran Hermano” o “Mujeres , Hombres y Viceversa”. Esta vez, el truco está en meter a ocho personas en una casa abasteciéndolos con  todo lo necesario para su vida diaria. Hasta aquí, todo igual que en los demás realities. El problema está cuando esos concursantes son chonis/paletos/ninis sin oficio ni beneficio, que no quieren trabajar y lo único que quieren es irse “de farrote”, irse de fiesta, como ellos dicen. Ya durante la grabación hubo altercados, peleas en discotecas y denuncias por escándalo público en la población de Gandía, donde se grabó el programa.
Gata, Abraham, Labrador, Ylenia, Core, Clavelito, Esteban o Arantxa serán los encargados de hacer llegar hasta sus televisores la chabacanería , la desproporción, el mal gusto, y todos los adjetivos calificativos que se pueden decir respecto a la falta de educación y respeto. Lo peor de todo es que ese tipo de programas está haciendo que nuestra sociedad valore las extensiones, los taconazos, el brillo de labios, músculos y gomina antes, que la inteligencia, la educación y el respeto. Y lo peor de todo, es que lo estamos permitiendo.
El modelo televisivo español ha caído en picado en los últimos años. Tan sólo se han salvado algunos realities como “Operación Triunfo”, y fue la propia audiencia la que dijo basta en su tercera edición en Telecinco. Otros no llegaron a despegar como “El Bus” o “La Casa”, ambos formatos para Antena 3. Suerte que todavía hacen algún que otro programa de calidad. El formato “El número uno”, de Antena 3, llegó a conseguir una audiencia de 3.600.000 espectadores. Por otro lado “La Voz”, en la cadena de Paolo Vasile, ha llegado a la friolera de 6.300.000 espectadores, rompiendo la barrera del sonido.
 ¿Dónde están los programas que llegaron al corazón de la gente? ¿Dónde ha quedado el buen hacer televisivo? ¿Dónde dejamos nuestros verdaderos sentimientos para dejarnos “cautivar” por la superficialidad?, ¿Son los programas como “Gandia Shore”, los que queremos que creen un modelo a seguir por jóvenes y no tan jóvenes, y marquen una dirección equivocada en nuestra sociedad sobre lo que se debe o no se debe hacer? Señoras y señores, creo que es necesario un ejercicio de auto reflexión sobre qué es lo que deberíamos permitir en televisión.

Josep Camacho Vila

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