LA NOCHE DE LOS MUERTOS
La fiesta de Todos los Santos, ha pasado, válgame, sin pena ni gloria, como casi todos los años de la pasada década y de ésta recién estrenada. La americanada de Halloween, no obstante, ha vuelto a ser protagonista de la semana, y se ha arraigado aún más en esta nuestra consuetudo española tan cambiante y variopinta.
La víspera de los difuntos dejó de ser víspera y se convirtió en la noche de los muertos. La capital española ha sido testigo de una catástrofe en el recinto del Madrid Arena, mientras se celebraba una fiesta Halloween. Una catástrofe que se ha llevado hasta el momento, a cuatro personas que fallecieron aplastadas por la avalancha de gente que se produjo en el Arena alrededor de las tres de la madrugada.
Las imágenes hablan por sí solas, y aunque la empresa organizadora asegura y reasegura que únicamente vendió 9550 entradas para un aforo de 10.000 personas, está más claro que el agua que miente. Infinidad de testigos aseguran que entraron sin entrada y que hubo un momento en el que los guardas de seguridad perdieron el control y dejaron de revisar mochilas y de pasar los tickets por algún control. Fue el momento en el que el DJ Aoki subió al escenario, desatando así la locura.
Los jóvenes comenzaron a entrar atropelladamente a través de las cinco puertas de acceso y muchos saltaron los tornos o se colaron entre la muchedumbre, ansiosos por escuchar al famoso DJ. Fue entonces cuando gente del interior del recinto comenzó a agobiarse y decidió salir, juntándose con la avalancha que se disponía a entrar, justo en el único acceso de entrada y salida del recinto cerrado. El caos fue automático: se formó un tapón humano de grandes dimensiones que se vio lanzado a la avalancha y la estampida a raíz del estrés, la ansiedad y unas bengalas que añadieron confusión y pavor.
Cuatro muertos. Ese es el resultado de la fatídica fiesta de Halloween. Una fiesta que se cobró un precio demasiado alto. La empresa organizadora deberá responder por sus actos. Su responsabilidad penal es clara. No obstante, todavía nos queda esperar un proceso judicial y una investigación policial que se perderán en el tiempo. Y mientras, posiblemente este tipo de empresas que buscan organizar las fiestas más creme de la creme, sigan haciendo de las suyas. Todo es puro negocio. Y es una verdadera lástima que esta sociedad disfrute lucrándose de la estafa y de anteponer cualquier medio para conseguir sus objetivos. Es tremendamente deprimente. Y si esto no se corta de raíz, seguirá creciendo y creciendo, y España será el país del todo vale. La solución es clara: Madrid Arena es el principio. Se falsificaron entradas, entraron cientos de personas sin ellas, se descuidó la seguridad y la ventilación, se dejó entrar a menores de edad. La empresa organizadora solo tiene ahora mismo que callar y asentir. Y recibir todo el peso de la Ley. Es cuestión de justicia.
La víspera de los difuntos dejó de ser víspera y se convirtió en la noche de los muertos. La capital española ha sido testigo de una catástrofe en el recinto del Madrid Arena, mientras se celebraba una fiesta Halloween. Una catástrofe que se ha llevado hasta el momento, a cuatro personas que fallecieron aplastadas por la avalancha de gente que se produjo en el Arena alrededor de las tres de la madrugada.
Las imágenes hablan por sí solas, y aunque la empresa organizadora asegura y reasegura que únicamente vendió 9550 entradas para un aforo de 10.000 personas, está más claro que el agua que miente. Infinidad de testigos aseguran que entraron sin entrada y que hubo un momento en el que los guardas de seguridad perdieron el control y dejaron de revisar mochilas y de pasar los tickets por algún control. Fue el momento en el que el DJ Aoki subió al escenario, desatando así la locura.
Los jóvenes comenzaron a entrar atropelladamente a través de las cinco puertas de acceso y muchos saltaron los tornos o se colaron entre la muchedumbre, ansiosos por escuchar al famoso DJ. Fue entonces cuando gente del interior del recinto comenzó a agobiarse y decidió salir, juntándose con la avalancha que se disponía a entrar, justo en el único acceso de entrada y salida del recinto cerrado. El caos fue automático: se formó un tapón humano de grandes dimensiones que se vio lanzado a la avalancha y la estampida a raíz del estrés, la ansiedad y unas bengalas que añadieron confusión y pavor.
Cuatro muertos. Ese es el resultado de la fatídica fiesta de Halloween. Una fiesta que se cobró un precio demasiado alto. La empresa organizadora deberá responder por sus actos. Su responsabilidad penal es clara. No obstante, todavía nos queda esperar un proceso judicial y una investigación policial que se perderán en el tiempo. Y mientras, posiblemente este tipo de empresas que buscan organizar las fiestas más creme de la creme, sigan haciendo de las suyas. Todo es puro negocio. Y es una verdadera lástima que esta sociedad disfrute lucrándose de la estafa y de anteponer cualquier medio para conseguir sus objetivos. Es tremendamente deprimente. Y si esto no se corta de raíz, seguirá creciendo y creciendo, y España será el país del todo vale. La solución es clara: Madrid Arena es el principio. Se falsificaron entradas, entraron cientos de personas sin ellas, se descuidó la seguridad y la ventilación, se dejó entrar a menores de edad. La empresa organizadora solo tiene ahora mismo que callar y asentir. Y recibir todo el peso de la Ley. Es cuestión de justicia.
He dicho
José Carlos Martínez Valero
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