LAS ÍNFULAS DE MAS
El pueblo catalán sentenció anoche los aires de grandeza de
Artur Mas. Y lo hizo, a lo grande, como suele Cataluña hacer las cosas.
A pesar de que CiU continúa en el poder, lo único que ha
conseguido Mas con adelantar los comicios dos años, es perder la mayoría
absoluta y caer de los 62 escaños a los 50, quedando 18 diputados años luz para
poder gobernar con la misma fuerza con la que lo ha hecho anteriormente. En su
lugar, Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) ha ocupado el puesto del que
tanto presumía Mas, hace apenas unos días. De 10 a 21 diputados, la izquierda independentista de Cataluña pasa
a convertirse en la segunda fuerza política. Todo parece indicar que el camino
hacia la independencia comienza a abrirse hacia otros afluentes. Con ERC de
segundo de a bordo de Mas, el debate secesionista está asegurado.
Referéndums independentistas a parte, el PSC se gana a pulso
su peor dato de la historia: Pere Navarro no ha conseguido aguantar con los 28
escaños, que se han visto reducidos a 20. Y pese a estos datos apocalípticos, en
el PP están descorchando las botellas de Champagne, porque, a pesar de haber
conseguido solamente un diputado más, sus compañeros de batallas del C’s
consiguen escalar de los tres a los nueve escaños parlamentarios. Sánchez
Camacho y Rivera están en estado de buena esperanza: su lucha contra la
secesión continuará con más fuerza.
Y mientras el conflicto continúa germinándose en tierras de
Jaume I, Mas parece haberse dado cuenta de la puerta que ha dejado abierta: la
participación de los catalanes en las elecciones ha aumentado hasta casi rozar
el 70%, dato que contrasta fácilmente con el 58% de participación que se
registró en 2010. Las ínfulas mesiánicas de Artur Mas han arrastrado a un 11%
de los catalanes que antes pasaban del tema y de la cúspide política catalana,
a decir basta y a intervenir para pararle los pies a don Arturito. Puede que
haya sido peor el remedio que la enfermedad, porque la que verdaderamente ha
salido triunfante de todo este berenjenal, ha sido ERC. Y los republicanos no
parecen estar muy de acuerdo con los dictámenes de la Casa Real y las declaraciones
de Rajoy que tachan de anticonstitucionales sus ideas secesionistas.
Lo que está claro, es que ahora a Mas le toca
comerse un marrón, y de los gordos. No tendrá la mayoría absoluta, pero la
presión que va a recibir por parte de ERC va a ser un bonito regalo de Navidad,
que seguro que le acabará borrando esa sonrisa con la que esconde toda una artimaña repleta de engaños y mentiras. Porque esa ha sido su estrategia durante todos estos
meses: Prometer y prometer, vanagloriarse y sonreírle a la cámara. Burlarse de
España y de la Unión Europea. Y toda esta falacia esperpéntica, para que
después sus promesas queden en nada: Mas solo tendrá que salir a la ventana de
su palacio, gritarle a su pueblo qué es lo que quiere, y sin mirar ni siquiera
a los ojos de su Cataluña, lavarse las manos cual Pilatos, y pasarle la patata
caliente al pobre desgraciado que se atreva a enfrentarse a la unidad
de España.
He dicho
José Carlos Martínez Valero
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