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domingo, 2 de diciembre de 2012

Artículo XI

La magia de la Navidad


El otro día iba paseando por la calle Colón de Valencia cuando vi como los comercios iban colgando ya los adornos navideños y empezaba “la magia de la Navidad” aún cuando falta un mes para diciembre.
Los niños empiezan a escribir las cartas a Papá Noel y a los Reyes Magos. A pesar de la crisis, -los niños no tienen conciencia de ella-, los pedidos son más grandes y poco han cambiado en los últimos años. “Queridos Reyes Magos, este año he sido muy bueno y quiero la Playstation 3, la Xbox, el Fifa 2013…” Afortunadamente, todavía quedan algunos que piden juegos de mesa. Menos mal, pues como la cosa siga así en unos años parecerá que estemos en una película del futuro rodeados de máquinas y robots.
Pero el despilfarro no viene sólo por parte de los pequeños de la casa. Los adultos, en muchas ocasiones, son peores. Los gustos van desde un carísimo bolso de Carolina Herrera para ellas,  hasta un más caro si cabe Iphone 3,4,5… para ellos porque él último hace 6 meses que salió y ya se ha quedado anticuado. Un despilfarro innecesario que tiene como objetivo fallido solucionar las carencias afectivas.
Pero esto no es todo, para aquéllos a los que no nos gustan las navidades, tenemos que aguantar al ir a un centro comercial las típicas canciones de villancicos, las interminables colas en las cajas para pagar, los dichosos atascos, etc. El mundo se vuelve loco y todo apunta a que  la culpa la tiene el gran Papá Noel, el amigo al que acude una joven cuando necesita desahogarse y fundir la tarjeta del papi, ese lugar donde si no estás satisfecho te devuelven el dinero, el creador de festividades como San Valentín. Ese dichoso monstruo es El Corte Inglés.
Nuestra sociedad occidental se va al garete. Dónde está el verdadero, –no digo el tradicional porque nunca ha existido-, espíritu navideño. Parece que lo que se ve en las películas no es más que ficción. Lógico. La Navidad debe caracterizarse por estar con la familia, los seres queridos, compartir momentos inolvidables que permanecerán en la memoria de todos, disfrutar de la cabalgata de Reyes con los hijos, y como no, dar gracias por estar reunidos un año más. Los regalos y el consumismo son algo secundario.

Josep Camacho Vila








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